Es posible que, al ver el título de este texto, se piense en los mitos y leyendas que una población, como la indígena, puede tener en su ideario y creencias, pero no es así. Lo que busca el presente texto es entender el fenómeno político, social o económico, que no deja crecer a nuestros niños en La Guajira.
Según el INS (Instituto Nacional de Salud), “para el 2016 se registraron 82 muertes de menores de cinco años en La Guajira. De estos, 40 fueron a causa de una infección respiratoria aguda y 19 por causas asociadas a la desnutrición”. La cifra, en lo que va del 2018 no es para nada alentadora, según la Superintendencia de Salud, van 38 menores muertos por las causas previamente nombradas.
Más allá de las creencias de nuestros indígenas, es necesario contar con una presencia fuerte del Estado en esta zona del país. No tiene lógica que Colombia haga parte de una organización como la OCDE y en la parte alta de nuestra geografía, existan niños y niñas muriéndose (literalmente) de hambre.
No pensemos que la desnutrición en La Guajira es una problemática reciente. Solo por contextualizar, hacia 1776, el coronel de ingenieros Antonio de Arévalo afirmó que “los guajiros siempre están necesitados de alimentos” (Bonet-Morón, J y Hahn-De-Castro, L.). Hoy, 246 años después, el mensaje continúa siendo el mismo, La Guajira necesita alimentos. Pero este mensaje trae un nuevo inconveniente, los recursos los están desviando.
Así es, el único fantasma que existe en La Guajira es el de la corrupción. Con el extravío de los recursos y regalías es imposible que este departamento tenga un desarrollo digno en agua, salud, infraestructura y educación. No se trata de decir que se va delegar a alguien para que estudie la situación de la zona. Se trata de intervenir de manera adecuada, con transparencia, para que logremos tener un país en el que los niños y niñas menores de 5 años no mueran de desnutrición.
En resumidas cuentas, la poca presencia que el estado ha tenido en este apartado territorio de nuestro país, ha desencadenado un fenómeno que debemos erradicar. Este fenómeno es la corrupción, y está generando que niños y niñas colombianas mueran de hambre y sed en La Guajira.
Estudiante de octavo semestre de Relaciones Internacionales y Estudios Políticos en la Universidad Militar Nueva Granada