El 4 de febrero del 2008, millones de colombianos se reunieron en distintas partes del país, para protestar en contra de los horrorosos crímenes de las FARC. Aquel día, en todo el país se escuchó una sola voz que decía: ¡No más FARC! Hoy, 14 años después, los cabecillas del grupo FARC están en la impunidad, son congresistas de nuestro país y sus víctimas aún claman por justicia.
La iniciativa de la marcha surgió de un grupo en Facebook compuesto por personas que se habían cansado de escuchar a diario en nuestro país noticias sobre atroces secuestros, asesinatos, torturas, violaciones y extorsiones. El mencionado grupo comenzó a crecer en seguidores y así, los medios de comunicación también concentraron su atención en la marcha que se planeaba desde allí.
Para esa época, el sentimiento de rechazo hacia las FARC era un consenso en toda la sociedad colombiana. La organización criminal contaba en ese momento con más de 750 secuestrados, sus masacres y tomas a municipios del país eran parte de la vida cotidiana de Colombia y era de común conocimiento que se estaban enriqueciendo ilícitamente del narcotráfico. Razones de sobra para que todos los colombianos quisiéramos ver a las FARC tras las rejas.
Marcha contra las FARC
Dicho sentimiento no solo agolpó las ciudades de Colombia, al mismo tiempo en países como Francia, Estados Unidos y España, miles de colombianos también se manifestaron en contra de las FARC. En total, fueron 193 ciudades alrededor del mundo y más de 6 millones de personas, las que salieron a manifestarse en contra de las FARC.
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De aquel histórico recuerdo no queda ni la sombra. Lamentablemente, cuando más arrinconadas se tenían a las estructuras del grupo terrorista, se debilitó la lucha contra el terrorismo y se entablaron las bases para un acuerdo entre el Gobierno Nacional y la organización terrorista. Dicho acuerdo, sobre el papel, hablaba de consolidar la paz en nuestro país. No obstante, terminó siendo un acuerdo en el que los victimarios ganaron todo tipo de beneficios, llegando a ser congresistas de Colombia, y de paso se aprovechó el acuerdo para limpiar la sangre de miles de ciudadanos en manos de los terroristas. Hoy el país atraviesa una difícil situación de seguridad, los cabecillas del grupo terrorista FARC se venden como hermanitas de la caridad y los colombianos vemos como la justicia quedó siendo solo para los de ruana.
Es deber de la justicia castigar a todo aquel que cometa un delito en el país. Pero también es deber de nosotros, los ciudadanos, no olvidar el dolor que las FARC nos causaron y exigir que paguen por el terror que durante años han implantado en la sociedad colombiana. Aquel 4 de febrero del 2008, debe recordarnos cómo un país entero lloraba por culpa de sus acciones.
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