El 5 de diciembre de 2021, se realizó en Colombia la primera elección por voto popular de la figura de los “Consejos de Juventud”, figura que, aunque que ya tenía un antecedente legislativo, no se había desarrollado en Colombia.
La poco conocida consejería presidencial para la juventud, ha pasado por debajo de la mesa para los más de 10 millones de jóvenes que hay en Colombia actualmente, pues de esta tienen conocimiento muy pocos y se podría decir que son quienes hoy detentan curules como consejeros de juventud.
Al ser la primera vez que se realizan estas elecciones, puede haber muchos imprevistos, pero es necesario precisar que para que esta figura tenga una hoja de ruta exitosa, se deben fortalecer las instituciones y definir sus funciones de una manera clara para que los consejeros puedan desarrollar un trabajo verdaderamente impactante en sus comunidades.
Pese a los esfuerzos realizados para impulsar las políticas públicas que encaminan a las personas jóvenes a tener un mejor futuro a través de medidas estatales, falta mucho trabajo para establecer un camino real, y crítico con la realidad que hoy acompaña a la sociedad colombiana, en la cual por supuesto, es parte integradora y fundamental la juventud.
Se dice que el papel lo aguanta todo, y es que si bien el estatuto de ciudadanía juvenil, (ley 1885 de 2018) y su antecesora, la ley 1622 de 2013, entregan funciones a los consejeros de juventud, la materialización de estas funciones se hace difícil cuando no hay un aseguramiento fiscal, ni la definición legal clara de esta figura.
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Reconocimiento para los jóvenes
Las consecuencias de una sociedad que desconoce a los jóvenes son bien conocidas, así como lo son las circunstancias que llevan a esos jóvenes a estar como personas marginadas en la sociedad, con el peso de una enorme tarea; la responsabilidad de recibir las banderas de un país que necesita mejorar.
Creemos que las cosas pueden mejorar y esta que esta figura puede ser un primer acercamiento a los futuros dirigentes y políticos que en llevarán las riendas del estado, pero también somos críticos en decir que es una tarea específica, ardua, que no solo requiere dedicación y voluntad, sino de decisiones diestras, de competencias técnicas y de rigor.
A ocho meses de su posesión, podemos ver unas actuaciones tímidas y lentas, propias de algo que funciona por primera vez, que seguramente mejorarán con el tiempo y el desarrollo de las circunstancias, pero sobre todo, con el apoyo de los jóvenes que hoy se niegan a creer en la institucionalidad.
Hemos sido fieles testigos de cómo se les ha entregado a los jóvenes una autonomía limitada, que termina por establecer un sinfín de procesos que no solo entorpecen su gestión, sino que hacen de ella un elemento cultural de identificación de núcleos sociales de diferentes convergencias y les quita la esencia misma a estas figuras.
Creemos que pueden mejorar, que estas gestiones pueden ser desarrolladas de una manera más adecuada y sobre todo eficiente, para que en últimas, esta figura no termine por ser presa de las mismas actuaciones políticas que hemos visto década tras década en la historia del país.
Así pues, les deseamos a todos los consejeros nacionales, departamentales, municipales y locales, el mejor de los éxitos; ahora que ya han prendido motores para que, en los tres restantes, puedan sentar la base de una figura que más adelante pueda ser pilar fundamental para el desarrollo de la sociedad colombiana.