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El periodismo está peligro en Colombia todos lo saben, pero nadie hace nada

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El mejor oficio del mundo como solía llamarlo el nobel de literatura, Gabriel García Márquez, está en vía de extinción. Me atrevo afirmalo porque he visto en los últimos años una generación de periodista que no les importa los principios básicos del periodismo entre ellos: la credibilidad de los hechos lo que importa es vender y viralizar, la investigación es manipulada por los intereses de quienes pagan y el respeto por la democracia ni siquiera está en la agenda de muchos colegas.

Esta situación preocupa especialmente en algunas regiones de Colombia, porque la seriedad del oficio desaparece con la facilidad que tienen los seres humanos de compartir y recibir información; en muchas zonas del país las personas se informan desde páginas de noticias no certificadas o empresas que tiene una competencia desleal y que su fin es operar en el negocio de la comunicación con el único interés de lucrarse económicamente, aunque sea a costa de desacreditar el prestigio de la profesión y publicar noticias falsas a sus consumidores.

Hace unos meses me dijeron que era una apasionada por mi profesión, pero no me serviría de nada porque la realidad era que todos los periodistas manipulaban la información por órdenes de sus patrocinadores que tiene mucha influencia como los políticos de turno o con poder. Por supuesto que no puedo generalizar, porque también destaco el periodismo alternativo que crece en el país. Por ello, que cuando escucho expresiones de que no hay periodismo bueno o de calidad en Colombia con certeza recomiendo periodismo independiente y de investigación.

El periodismo cumple una función no solo informativa sino fiscalizadora de los gobernantes en una sociedad.

Actualmente, el presidente de la república Gustavo Petro anunció que su gobierno tendría su propio periódico para informar a los colombianos de su gestión mensual en 32 ciudades del país, una estrategia de comunicación que he visto ejecutar por algunos políticos en la última década.

Los gobernantes buscan a toda costa mantener no solo sus buenas relaciones con los medios pagando altas tarifas de publicidad, sino también crean sus propios medios de comunicación para informar su propia verdad, aquellos periodistas que digan lo contrario son señalados como mentirosos u opositores. Una realidad detestable en mi profesión, lo que ha generado un desprestigio entre la ciudadanía que ve a los periodistas como vendedores de información sin principios.

Estos manipuladores de la opinión publican aún siguen creyendo que las personas son estúpidas y creen todo lo que dicen, por esta razón muchos periodistas son descalificados por la audiencia, perdiendo en absoluto el honor de ser periodistas; aunque todos saben esta verdad, nadie hace nada por cambiarla.

Otro factor que pone al periodismo en riesgo es la impunidad ante los delitos contra los periodistas de investigación. Según un artículo de la Fundación para la Libertad de Prensa – Flip- la violencia contra la prensa ha aumentado en Colombia, se han reportado en el último año que paso cerca de 34 casos de acoso judicial y 50 estigmatizaciones.

Las amenazas y censura de los contenidos periodísticos por parte de las empresas que ejercer el cuarto poder, también afecta la integridad del profesional que ante una vulnerabilidad de quedar sin empleo prefiere hacer caso y quedarse callado por su bienestar económico.

La Flip indicó que en el último año se reportó cerca de 131 recibieron amenazas y 165 periodistas han sido asesinados por razones de su oficio, especialmente en las regiones con alta presencia de grupos armados.

Estas cifras no tienen importancia para los políticos de turno, quienes solo se quedan con publicar un mensaje de rechazo en sus redes sociales para lamentar la violencia contra la libertad de prensa.

Llámeme exagerada al leer estas palabras pero el periodismo en Colombia sí está en riesgo, temo que en el futuro el honor y prestigio qué significaba años atrás ejercer las funciones del periodismo, solo quede como un hito de la historia de aquellos que sí eligieron ser periodista para defender la verdad, incomodar el poder y sacar a luz lo dañado y corrupto.

La reflexión es invitar a pensar que estamos haciendo para que profesionales del periodismo no pierdan el propósito de su oficio, que sean sinceros con sus valores y que desde las autoridades competentes si se pueda garantizar la seguridad y bienestar económico de los hombres y mujeres que deciden contar lo qué pasa con el propósito de que la ciudadanía no solo entienda lo qué sucede sino que tome mejores decisiones, también generar esperanza en un mundo en lo que lo trágico es lo que más se consume.