Después de 23 años de la toma guerrillera de Mitú capital del departamento del Vaupés, por el grupo narco-terrorista de las farc (hoy políticamente denominados comunes) en cabeza del bandido alias “Romaña”, recordamos aquellos policías que se defendieron por más de 72 horas de ataques, violación de sus derechos humanos y del derecho internacional humanitario por mencionado grupo. 23 años de recuerdos cuyo origen data del primer día del mes de noviembre de 1998, siendo las 4:45 de la mañana más de 1.500 guerrilleros ingresan y se toman la ciudad, la cual era protegida por aproximadamente 70 uniformados entre oficiales, suboficiales, agentes y auxiliares.
Como resultado de la denominada “operación Marquetalia”, más de 56 muertos entre policías, militares y civiles, 61policias secuestrados y encadenados por más de 10 años en la selva, unos salieron de dicha humillación, otros… murieron o fueron desaparecidos en el intento de volver al seno de su familia. Tal fue la desfachatez de las farc, que grabaron su obrar delincuencial, evidenciando el reclutamiento y uso de menores como “combatientes”. Para continuar con estas líneas de opinión, quiero manifestar mi sincero reconocimiento a familiares y amigos de aquellos héroes que perdieron su vida a raíz de aquella toma guerrillera.
Ahora bien, después de la firma del acuerdo denominado “acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”, entre el gobierno en cabeza del presidente en su momento Juan Manuel Santos y el grupo guerrillero farc, se siguen presentando atentados hacia nuestras fuerzas militares y de policía. Es decir, no desaparecieron los asesinatos y/o secuestros a sus integrantes, delitos que todos los colombianos esperábamos no se volvieran a repetir; es así, que se han dado a conocer en los últimos años secuestros de militares y policías por parte de grupos armados ilegales y/o los denominados “grupos o comunidades sociales”.
El más reciente hecho se registró en Tibú-Norte del Santander, sector geográfico conocido como el Catatumbo, siendo víctimas de secuestro 180 soldados quienes se encontraban realizando labores de erradicación manual de cultivos ilícitos, por parte de un grupo que se denominó “campesinos cultivadores de hoja de coca o comunidades sociales”. Secuestro que algunos sectores políticos-sociales quisieron disfrazar denominándolo “retención” a vista de muchos plausible, argumentando que la “retención” se debió a supuestas afectaciones en sus derechos como comunidad, la pregunta es… ¿y los derechos de los soldados, acaso por portar un uniforme se despojan de ser personas?
Y a los verdaderos grupos sociales, comunidades organizadas, campesinos, líderes sociales y defensores de derechos humanos quienes son pilar fundamental para la consolidación de una democracia y un mejor país.
Nuestro código penal colombiano en su artículo 168 nos ilustra “ (…) El que con propósitos distintos a los previstos en el artículo siguiente, arrebate, sustraiga, retenga u oculte a una persona, incurrirá en prisión (…)” y el artículo 169 de mencionada norma reza “El que arrebate, sustraiga, retenga u oculte a una persona, con el propósito de exigir por su libertad un provecho o cualquier utilidad, o para que se haga u omita algo, o con fines publicitarios o de carácter político, incurrirá en prisión (…)” es decir, así lo quieran vestir de seda ante la comunidad internacional y la opinión pública como “gesto humano y conciliador” podemos observar claramente que se trata de un delito.
Este tipo de retórica utilizada como estrategia por parte de grupos al margen de la ley es muy evidente, del mismo modo, no es secreto que en medio de los verdaderos campesinos se infiltren integrantes de estos grupos, o que de una u otra manera utilicen las verdaderas comunidades para hacer frente a la institucionalidad y sean autores de este tipo de delitos. No nos dejemos engañar de sus estrategias y mucho menos de su obrar bajo la investidura de mediadores; luego entonces, ¿y el secuestro de estos 180 soldados quedara impune? Sumado a lo anterior, un hecho que agrava dicha situación, fue el uso de una cancha de futbol que hace parte de la escuela del sector como punto de concentración de los militares secuestrados, clara violación al derecho internacional humanitario, acaso ¿serviría de escudo por parte de los secuestradores en dado caso se hubiese autorizado un rescate de los uniformados?
La verdad sigo inquieto, y espero que ustedes también, puesto que la estrategia de desprestigiar a nuestras fuerzas militares y de policía sigue viento en popa, se ha perdido el respeto por el obrar institucional y sobre todo nuestros héroes y heroínas continúan siendo sujetos de violación de sus derechos humanos y víctimas de delitos los cuales en su mayoría quedan solamente en titulares de noticias o prensa. Inquieto que después de 23 años no exista lo tan anhelado en dicho acuerdo… justicia, verdad, reparación y garantías de no repetición, y no solamente a quienes pudieron sobrevivir a la barbarie del Mitú y sus familias, sino también a todos aquellos uniformados o sus familias que no han sido reconocido como víctimas, a los civiles y Colombia en general que sigue siendo burlada por quienes hicieron y siguen haciendo daño.
Para terminar, reitero mi sincero reconocimiento a los héroes que estuvieron protegiendo la población del Mitú, a sus habitantes por demostrar que se levantaron de tan lamentable acontecimiento, a familiares y amigos de quienes ya no se encuentran en este mundo por culpa de la barbarie cometida en hermoso departamento, a los hombres y mujeres que día y noche velan por la seguridad y soberanía de Colombia, y a los verdaderos grupos sociales, comunidades organizadas, campesinos, líderes sociales y defensores de derechos humanos quienes son pilar fundamental para la consolidación de una democracia y construcción de un mejor país. Recordemos… “en Colombia los héroes y heroínas si existen”
Colombiano con idiosincrasia paisa y costeña – creyente en Dios. Abogado/Conciliador, Especialista en DD.HH y DIH (promotor y defensor). Inv. Judicial – consultor jurídico/político. Apasionado por ideas propias y ajenas generadoras de cambios positivos en la sociedad, niñez, educación, política, servicio social, medios de comunicación, FF.AA-PONAL y la construcción de un mejor país.