A propósito de la circunstancia coyuntural por la que atraviesa Colombia en materia política, circunstancia que inevitablemente tocara todos los temas de importancia nacional, definirá en buena medida la hoja de ruta que tendrá el país en los próximos años y nos proporcionara discusiones e interminables debates propios del sistema democrático en el que se enmarca Colombia. Pues bien, a Colombia le espera un gobierno de corte de izquierda, característica que se ha ido denotando con mayor frecuencia a nivel regional, pues Latinoamérica ha empezado con un viraje hacia esa concepción política nuevamente.
Colombia no fue la excepción en las ultimas elecciones presidenciales y tendrá que sortear un camino difícil si quiere salir triunfante del episodio que también posee un panorama no muy alentador a nivel global. La crisis en Europa emanada de la guerra Rusia-Ucrania ha terminado por ser un detonante en un mundo que apenas se recupera de una pandemia; Colombia tendrá que demostrar que políticamente tiene altura. Tendrá que ocuparse de un déficit fiscal que no le permite salir bien librada del servicio de la deuda externa y suplir sus necesidades internas con un mercado que no se ha desarrollado del todo. Sigue enfrentando retos tan fundamentales como la infraestructura que debería sostener el siglo XXI, las comunicaciones y ampliar un espectro de producción que le permita ser una ficha importante en materia geopolítica a nivel regional y mundial.
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La lucidez política debe ser un termino que se use hasta la saciedad, hasta el cansancio si se quiere, pues abarca el único camino que tiene Colombia para afrontar un nuevo gobierno que es disruptivo por ahora en la teoría y que seguramente lo será en la práctica. Debe Colombia necesariamente cerrarse a una tecnocracia que le permita avanzar en momentos determinantes y difíciles fortaleciendo su hacienda pública, teniendo una redistribución de la riqueza lógica y posible, que permita a Colombia surgir y no retroceder. Deben ser los ciudadanos los primeros controladores del estado con redes de veeduría y todos los instrumentos que les entrega la constitución para la participación democrática. Ahora más que nunca, se debe conservar esa lucidez política que le permita a un estado ser austero y medido en su gasto, pero que no por ello tome decisiones desesperadas y no ajustadas a las lógicas estatales de un contesto jurídico-Sociológico que mantengan el orden público.
Debe necesariamente esta lucidez política frenar cualquier tipo de propuesta populista, demagógica y mentirosa que pueda presentarse. Deben estar alerta los ciudadanos y por sobre todo ser propositivos en este modelo de país que pretende ante todo salir adelante, la participación será así la punta de lanza de esa tan anhelada lucidez política que le permita a Colombia salir adelante.
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