Es común que nos
quejemos de la falta de solidaridad entre nosotras y es que hasta los hombres
se dan cuenta de nuestra constante rivalidad, muchos hacen la siguiente
pregunta ¿Por qué se dan tan duro entre ustedes? y la verdad mi respuesta es
siempre la misma, realmente no lo sé. Se supone que al estar afrontando las
mismas dificultades: desigualdad salarial, inequidad, violencia, entre otros,
deberíamos estar unidas para luchar contra estas.
No sé si es un instinto natural o simplemente no hemos aprendido a apoyarnos entre nosotras. En situaciones tan simples como decirle a la otra que algo no se le ve bien, preferimos voltearnos a criticar. Esta falta de solidaridad nos pasa factura constantemente, de ser más solidarias probablemente hoy ocuparíamos más puestos de toma de decisiones, en donde se pudieran visibilizar nuestras problemáticas.
Por ejemplo, solo hasta el año pasado logramos tener la primera vicepresidenta; en cuanto a las votaciones del Senado sólo en tres partidos las mujeres fueron cabeza de lista y ninguna logró estar en la lista de los senadores más votados (EL TIEMPO, 2018). Adicionalmente, según el estudio When Women Thrive realizado por la consultora Mercer, tan solo el 20% de las mujeres colombianas ocupan cargos directivos.
En algunos casos, porque he escuchado los comentarios en la calle, las mismas mujeres mantienen los pensamientos machistas, los cuales nos gustaría desterrar de nuestra sociedad. Comentarios como: “La violaron, pero como no si esa muchacha muestra mucho”, “Fijo le fue infiel al marido y por eso la mató”; “si no aprende a cocinar, que marido a va querer” y podría continuar con cientos de frases diarias que uno escucha.
Por esto, es que la educación hace parte fundamental para que las mujeres aprendamos a ser solidarias pues muchas de esas concepciones son aprendidas en la familia o en los colegios, y es hora de que esto cambie porque lograr la igualdad no depende únicamente de las políticas que se incorporen.
La falta de solidaridad no es el único problema sino lo que representa y trae consigo, es decir, la baja representación en los escenarios de toma de decisión y continuar afrontando desigualdad, violencia e injusticia. Por ello, las invito a que no sigamos perpetuando y enseñando la falta de solidaridad, pues solo nos trae detrimento (más demonios) a nosotras mismas.