Colombia es una joven república, una que no logra del todo encontrar su lugar histórico, su cultura, su identidad, su elemento de nación; es quizá una de las repúblicas con más conflictos históricamente hablando a comparación de otras en la región latinoamericana sin dejar de lado las enormes historias que han caracterizado el continente americano, Colombia nacería con la libertad de la colonia española y posteriormente al igual que casi todo el mundo adoptaría el modelo liberal surgido de la ilustración en el siglo XVIII y hasta nuestro días ha tenido una configuración particular respecto de la interpretación de los hechos que han moldeado su sociedad.
Es por excelencia un país de ferviente política, un país de convicciones y creencias sobre las visiones que se pueden tener de los destinos de los pueblos, un país de visiones y elementos culturales diversos; pero también ha sido un país que ha tenido que manejar junto con su historia la violencia política y guerrillera producto del conflicto interno que la agobio durante unos 70 años; en la actualidad aun persisten profundos rezagos de los fallidos procesos de paz que internacionalmente fueron apoyados y aplaudidos como una gran Azaña.
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Nada más alejado de la realidad interna del país, de las victimas que han sido marginadas y excluidas de la paz, han encontrado una realidad en la que los insurgentes han tomado un carácter político pero por si fuera poco no han reparado sus acciones y pretenden hoy posar con la moralidad de honorables congresistas de la república, la suerte de todos estos acontecimientos sumada a las tendencias globales de crisis en las ideologías de las agrupaciones políticas han hecho que en Colombia se calienten mas y mas los ánimos de cara a las elecciones presidenciales del año 2022, con las elecciones parlamentarias confundidas y que al día de hoy no han arrojado unos resultados claros entre los sectores de oposición al gobierno nacional y los sectores que lo rodean, la incertidumbre ha sido aún mayor, la corrupción ha logrado permear todo el aparato estatal, y los cargos de elección popular no han sido la excepción.
Colombia debe saber sortear su suerte para que con altura logre superar de la mano con la democracia las crisis políticas de los últimos años, dar una manejo ortodoxo y técnico a la política para la recuperación del hasta ahora ineficiente aparato institucional colombiano.
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