El 4 de Agosto, el titular de un diario muy popular en Colombia fue, “El 88% de los raponeros en Bogotá quedan libres”, y en eso se resume la historia de este país. Colombia, desangrada por el crimen y campeona mundial en “Casa por cárcel” y en el vencimiento de términos.
Por otro lado, en el Salvador, Nayib Bukele se posesionó y su discurso siempre fue ayudar al pueblo, no con subsidios, sino acabando con el karma que los asesinaba o los extorsionaba todos los días, pues no se puede desconocer que el salvador en el 2017 (108,5 muertes por cada 100.000 habitantes) estaba igualado con Colombia en el deshonroso octavo puesto dentro de los 13 países más peligrosos del planeta. La guerra prometida fue frontal, comenzaron a detener a todos y cada uno de los pandilleros.
No obstante, las ONG´s y los partidos políticos tradicionales libraron una batalla jurídica contra el gobierno, pero el presidente logró que la Asamblea Legislativa destituyera a los magistrados de la Sala de lo Constitucional y al fiscal general, que se mostraban más aliados de las pandillas, que con el pueblo que imploraba ayuda y justicia.
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Guerra contra el crimen en el Salvador
La tarea fue dura, el sábado 26 de marzo de 2022 fue el día más violento en la historia reciente de El Salvador: la jornada cerró con 87 salvadoreños asesinados, según el balance preliminar presentado por la Policía Nacional Civil.
La masacre fue auspiciada desde las cárceles por los jefes de las pandillas para presionar una tregua con el gobierno. La respuesta de Bukele fue contundente: Solicitó a la Asamblea Legislativa decretar régimen de excepción, se incrementó la detención de pandilleros y en las cárceles les quitaron las colchonetas, ordenaron ubicar en un mismo patio o celda a los criminales sin distinción de pandilla (cada pandilla tenía su propio patio).
La tasa de homicidios disminuyó, gracias a la implementación de nuevas medidas de seguridad, bajo el Plan Control Territorial. El mes de julio de 2022, se convirtió el más seguro en la historia del Salvador, convirtiendo en una rutina los días con cero (0) homicidios.
En Colombia, las cifras no bajan, pero esperamos que esto cambie; que la historia de El Salvador, algún día también la contemos con orgullo nacional y que a hombres como Sigifredo López no le apaguen el micrófono ante los tribunales, cuando pide como víctima que lo escuchen.
Hoy el Salvador está construyendo a pasos agigantados una cárcel para confinar a cuarenta mil (40.000) delincuentes, para evitar que la impunidad continúe rampante contra los ciudadanos.