La tarea de implementación del acuerdo de paz en Colombia es de esas cosas que aún me erizan la piel. No porque haya estado en contra, sino porque estuve dentro, con lo que aprendí las falencias que se dejaron desde el texto que se firmó.
La conclusión a la que he llegado después de muchas semanas de reflexión es que el interés era recibir el premio en Noruega, no el de mejorar la calidad de vida de los millones de colombianos que sufren la guerra.
Cada vez que hablo del tema me parece injusto culpar al actual gobierno por su falta de ejecución al respecto, porque, aunque tiene una innegable responsabilidad, su predecesor no dejó ningún pilar para hacer sostenible la implementación de los acuerdos a lo largo del tiempo.
No obstante, también me parecería injusto culpar únicamente al Gobierno Nacional del fracaso de la implementación, porque sea ha visto una sistemática y clara actuación por parte de los ex miembros de las FARC en no cumplir con lo pactado, me refiero al punto específico relacionado con las víctimas.
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Acá es cuando entra el suceso estrella de la semana. El partido de las FARC (Aunque se hagan llamar Comunes), organizó un homenaje a su jefe “Mono Jojoy”, con todo lo que ello implica: Un intento fallido por la reivindicación de tan siniestro personaje que fue, un homenaje a la organización más sanguinaria que el mundo haya visto y un homenaje a los delitos que ambos cometieron.
No felices con eso, sus seguidores se atrevieron a decir que los secuestrados “tenían sus comodidades, en la medida de lo posible”, refutando a que las condiciones de los reos en el sistema carcelario era peor que las condiciones en las que tenían a los secuestrados en las montañas de Colombia.
Este tipo de ejercicios son lo que demuestran el poco arrepentimiento que tienen estos personajes de lo que le hicieron al país. Su voluntad no es de acabar el conflicto de una manera funcional para todos, sino el de lavar sus dineros y dejar de ser perseguidos por los atroces crímenes que cometieron contra el país.
Ojalá que en Colombia pronto dejemos de ver la paz como un sacrificio que solo deben hacer los que soñamos con un país en paz, y que pase a ser un proceso integral de transformación como sociedad hacía una más consciente de cada uno de sus miembros.
Finalmente, es pertinente aclarar que la situación carcelaria de Colombia es precaria y requiere una modificación y mejoramiento pronto.
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