Colombia no puede permitir que la narcoguerrilla de las Farc
se tome el poder, y que además, cambie la historia a su antojo.
Hoy en día
podemos evidenciar que estos delincuentes, hoy en el congreso y otros en
la selva, van por buen camino para tomarse el poder. No sólo están empezando a
tener fuerza en el legislativo por sus curules regaladas y jamás aceptadas por
los colombianos, sino que poco a poco, otros partidos, simpatizantes y aliados
de estos delincuentes, han ido perdiendo el miedo y se han ido mostrando como
los cómplices que son. Entre ellos encontramos a Aida Abella de la Unión
Patriótica, quien en diferentes momentos ha manifestado su admiración por los
jefes de esta narcoguerrilla. Igualmente, Iván Cepeda, del Polo Democrático, lo
cual no es un secreto para nadie, pero es claramente uno de los grandes alfiles
de las Farc. Dentro de este mismo partido varios congresistas, un poco más
tímidos, pero aliados de estos criminales, siguen aplaudiendo y apoyando las
iniciativas de este grupo de homicidas legitimado por un acuerdo que violó la
democracia.
Al lado de estos, y sin temor de perder adeptos por sus
contantes caídas, Petro y su grupo trabajan de la mano con las Farc para
empezar a crear un bloque que, si sigue de esta manera, obtendrá las mayorías
necesarias del legislativo y estos pasarán de la minoría que todos pensamos, a
la mayoría, para así dominar este poder público.
Asimismo,
tristemente han campeado unas mayorías corruptas en el Congreso, producto de la
interdependencia malsana que existe entre éste y el ejecutivo. Estos
congresistas prefieren legislar al lado de las Farc para presionar al gobierno
en su necesidad de mermelada.
Por otra
parte, lo preocupante es que esto no se queda en el legislativo. Además de
tener La Catedral de la justicia, que ni el mismo Pablo Escobar hubiera
imaginado que eso se podía crear a beneficio de los bandidos, los recientes
fallos de la rama judicial han demostrado que la narcoguerrilla tiene
infiltrado este poder y que lo utiliza de herramienta a su antojo.
¿Cómo explicarle a una persona que las Farc hoy cuentan con
una justicia a su medida y a beneficio propio que se llama la JEP?, y que si
está pierde su competencia, las altas cortes, rompiendo sus líneas
jurisprudenciales inventan fallos y nuevas teorías jurídicas que hacen perder
cualquier tipo de confianza en la justicia. ¿Cómo explicarle a la gente que
casi la totalidad de estos asesinos, no se han presentado ante esa falsa
justicia, que no ha habido ni verdad, ni reparación y que, a pesar de eso, hoy
en día muchos de esos asesinos tienen puestos de poder mantenidos por los
impuestos de los colombianos y sus víctimas? ¿Cómo explicarles que a pesar de
que en ese acuerdo se solicitó la no repetición, criminales como Santrich están
libres cometiendo delitos posteriores a la firma de este? ¿Cómo explicarle a
los colombianos que las Farc tiene derecho a hacerle homenajes a unos
terroristas cómo Marulanda y el Mono Jojoy y que la verdad que van a contar
ante su justicia es favoreciéndose e intentando cambiar la historia?
Todo esto,
permite afirmar que hoy en día las Farc cuentan con todas las herramientas para
tomarse el poder de nuestro país, y lo están haciendo. Ese narco acuerdo, que
violó la decisión de un plebiscito y que se impuso a favor de estos asesinos,
nos tiene en jaque como sociedad y en mora de actuar con las pocas herramientas
legales que nos quedan. Pero hay que hacerlo. No permitamos cambiar
la historia, no olvidemos ni dejemos olvidar quienes son estos delincuentes.
Que no nos pase lo que ha pasado con otros grupos como el M-19, que hoy los
tildan de ángeles olvidando sus masacres del pasado. Que no vengan a imponernos
la historia ni la justicia como viene pasando. Que el día de mañana un Carlos
Lozada no termine como director del ICBF por olvidar quien era.
Ahora bien,
a pesar de que la JEP quedó blindada jurídicamente como el propio Acto
Legislativo No. 1 del 4 de abril de 2017 previó en su capítulo III, la cosa es
tan sencilla como apelar a la iniciativa que algunos de los Parlamentarios del
Centro Democrático plantearon hace sólo unos meses, consistente en convocar a
un referendo derogatorio que retrotraiga la existencia de aquel tribunal de
absoluciones (para la narcoguerrilla) y de acusaciones (para nuestra Fuerza
Pública y para quienes no comulguemos con el ideario marxista). Por todo esto,
es imperativo convocar dicho referendo y acabar con La Catedral de la justicia
de las Farc, así como con sus aliados dentro del legislativo y el poder
judicial.