Es sorprendente ver la cantidad de retiros en los últimos años de oficiales, suboficiales y soldados dentro del Ejército Nacional, una situación que deja a muchos con preguntas sobre lo que sucede no solamente al interior de la Institución, sino en el sentir del soldado que decidió tomar esta decisión pues, se supone que al ingresar lo hizo con convicción de servicio a la patria.
Sin embargo, no debemos puntualizar mucho en este último aspecto pues la patria se encuentra bajo peligros que a cualquiera hacen cobarde o simplemente lo hacen querer brindarse y brindarle una estabilidad diferente a su familia, la decisión no se juzga pero sí se cuestiona. Muchos de los soldados que decidieron retirarse han expresado que la institución les ha dado la espalda cuando más los necesita, que sus superiores y subalternos no los respetan, que la corrupción ha permeado el camuflado, que hay miles de intereses personales, pero, que lo que más les duele y los motiva en la toma de su decisión final, es la ingratitud de sus compatriotas.
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Y, es que no es para menos pues el irrespeto de la mayoría de los colombianos por los uniformados cada día crece y, no quiero disculparlos por estas actuaciones nefastas pero los grandes responsables ni son ellos, sino los líderes socialistas que usan todas las formas de lucha para convencerlos de odiar las instituciones y rechazar uno de los grandes pilares de nuestra democracia: el soldado.
Por otro lado, me atrevería a decir que la culpa también es de algunos de los soles que comandan nuestro país que, ensimismados en su cargo, olvidaron las raíces y el deber que tienen como comandantes: la rectitud, el ejemplo, la sinceridad, el valor, la escucha, la confianza y la estrategia que reposa en ellos como norte de todo un ejército. Quizás me critiquen por esta premisa, pero para mejorar también se necesita aprender de los errores, porque si se esconden, se agrandan y si se miente, no hay coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.
Lo cierto es que, cada soldado que haya tomado, esté tomando o tome la decisión de pertenecer a la civil no puede perder nunca la moral que lo llevó a jurar bandera pues es un privilegio que muy pocos pueden cumplir, debe recordar por qué decidió portar el uniforme y ver no lo que tiene detrás sino lo que viene al frente, tiene que cimentar sus principios a diario pues solamente ellos lo llevarán al honor eterno que tiene un soldado de Colombia.
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