En Colombia no existe un Sistema Integrado de Transporte Público que facilite el acceso a personas en situación de discapacidad. Y me atrevo a decirlo, porque desde hace un año que llegué a Bogotá he percibido que las personas deben enfrentarse cada día a la tediosa tarea de movilizarse en la ciudad. Además, no hay andenes, ni estructuras físicas, ni buses suficientes que cubran las necesidades de las más de 49,666 personas con discapacidad, Según el Observatorio Nacional de Discapacidad.
No es exageración cuando escuchamos en las noticias la deficiencia del Transporte Público en Bogotá. La semana pasada hablé con un taxista que me contaba que tenía 35 años viviendo en la ciudad y se sentía muy agradecido, porque gracias al trabajo había sacado adelante su familia, pero que no soportaba lo difícil que se había convertido vivir en ella. Me contó que el Transmilenio hace unos años era un excelente servicio, pero que se habían descuidado y no tuvieron en cuenta que las ciudades tendían a crecer y podía colapsar, tal y como está sucediendo en este momento. Actualmente, no hay vías suficientes para la cantidad de vehículos y personas que han llegado en busca de un mejor futuro laboral.
Según cifras del censo 2018 del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas DANE, en Colombia existen 45,5 millones de personas y al menos ocho millones en la ciudad de Bogotá. Asimismo, se destacó que durante los últimos cinco años, el 87,5% de los inmigrantes son venezolanos que corresponden a 801.043 personas. Una estadística que asusta porque cada día vemos que en el Transmilenio y en los buses, no parece quedar espacio en las horas pico (7:00 Am y 6:00 Pm).
Sin embargo, el problema aquí no es que crezcan las ciudades, sino que en la medida que se desarrollen tengan los respaldos suficientes para evitar que ocurran situaciones en el que no podamos tener un Sistema eficiente y accesible con diseños, en el que puedan beneficiarse todos los ciudadanos en especial personas en situación de discapacidad.
Según datos históricos, el Sistema Integrado de Transporte Público de Bogotá (SITP) se creó por medio del Decreto 309 de 2009 de la Alcaldía de Bogotá con el objetivo de cumplir el derecho a la libertad de locomoción (aquel que permite que cualquier individuo pueda trasladarse de un lugar a otro). Asimismo, el derecho a llevar una vida digna, según lo establece la Constitución.
Por lo tanto, cuando se estableció la concepción del Decreto 309 de 2009, uno de los compromisos era cumplir con las normas constitucionales y legales en las que se debía garantizar la inclusión e igualdad de personas con discapacidad. Igualmente, la cobertura y accesibilidad a un sistema más eficiente, cotidiano, sostenible y moderno. Pero hasta la fecha, este objetivo parece no estar cumpliendo con lo establecido, porque si bien tenemos las etiquetas y colores, de qué sirven sino existen los espacios para que las personas en situación de discapacidad puedan trasportarse tranquilamente. Muchas veces, dichas personas deben recurrir a otros servicios públicos más costosos para movilizarse de un lugar a otro.
Según un estudio de la aplicación Moovit, el promedio del tiempo que las personas pasan viajando en el transporte público es de 97 minutos, y en algunas ocasiones esperan hasta 20 minutos el bus. Entonces ¿Qué podemos esperar de las personas que estén en silla de ruedas?
Todo este panorama, nos hace pensar que Bogotá y sus organismos de control solo están pensando en un sistema funcional. Un sistema en el que los ciudadanos deban soportar, no solamente el mal humor de las personas, sino empujones, robos e incomodidad hasta llegar a casa. Y aunque el Estado Colombiano cuenta con una Política Pública Nacional de discapacidad e inclusión social, la ciudad no cuenta con una estructura que permita a la población en situación de discapacidad movilizarse adecuadamente e independientemente.
Profesional en periodismo por la Universidad Sergio Arboleda, con experiencia en medios tradicionales y digitales.