Durante décadas, el rol de
la mujer en la preservación y protección del medio ambiente ha sido
fundamental. Sin embargo, los efectos negativos causados por la contaminación
del medio ambiente, se dan principalmente en poblaciones vulnerables como las
mujeres durante el embarazo y la maternidad.
Así entonces, alrededor del
mundo han sido muchas mujeres las que han emprendido un camino de lucha por el
medio ambiente. Una de esas mujeres es Cristina García. Cristina nació en Belice,
un país con 22,970 kilómetros cuadrados y rico en biodiversidad,
En estos días, la ONU decidió contar su historia de éxito. Desde muy chiquita, fue apasionada por encontrar maneras de preservar el medio ambiente y cuidar la fauna de su país, en especial le inquietaban mucho las tortugas. Pero la preservación del medio ambiente, como en cualquier país, no era nada fácil.
En Belice, el PNUD tiene un
programa llamado “Pequeñas Donaciones”. Este programa, está destinado a proteger
la diversidad que existe en el territorio. Sin embargo, tras 25 años del
programa, el problema sigue existiendo.
Pero el PNUD no está solo en
esta lucha por el medio ambiente. Cristina García, en 1988 decidió fundar una
Organización sin ánimo de lucro llamada “Ya’axché Conservation Trust”. Dicha
organización, tiene la misión de proteger ciertas áreas del país que no deben
ser explotadas para conservar la diversidad ambiental de Belice.
En este momento, “Ya’axché Conservation Trust”,
ha logrado proteger ya 3 zonas diferentes de Belice. Aumentando así, las
posibilidades de un medio ambiente sano en su país. Además, en dichas zonas, la
organización también se encarga de enseñarle a la comunidad cómo administrar
los recursos de manera sostenible. Para Cristina, uno de los logros más
gratificantes es ver cómo los agricultores han logrado desempeñar prácticas
ambientalmente amigables, gracias a la capacitación de su organización.
Hoy en el día de la mujer,
queremos recalcar la historia de éxito de Cristina García. La brecha entre
hombres y mujeres en el mundo sigue siendo muy grande. Pero estos ejemplos nos
demuestran que si queremos un mundo sano, desarrollado y ambientalmente
amigable, la brecha de género debe cerrarse y la mujer debe convertirse en
motor de su comunidad.