El día de ayer en una base militar de Fortul, Arauca, se
vivió una situación muy similar a las de principios del 2000, cuando grupos
terroristas se tomaban bases militares y asesinaban vilmente a uniformados, mientras
que a otros los secuestraban. Esta vez, por fortuna, no hubo muertos ni secuestros,
pero sí varios heridos por un ataque perpetrado por el ELN.
El hecho sucedió a las 5 de la tarde del miércoles. Al
parecer, un convoy militar iba saliendo del batallón para dirigirse a la Vereda
el Nevado, en ese momento 8 cargas explosivas, acondicionadas en plataformas
con cilindros bomba, fueron lanzadas desde un carro, y posteriormente activadas.
El hecho dejó un saldo de 5 soldados heridos, uno de ellos de gravedad.
En principio, no se sabía quién había sido el autor
intelectual de este atentado terrorista. Sin embargo, hace unas horas, el
Ministerio de Defensa informó que la responsabilidad de este hecho es del ELN y
de los Grupos Armados Organizados Residuales (GAOR), que, en otras palabras,
son las disidencias de las FARC.
Aunque pareciera un chiste, lo cierto es que hoy los jefes
del ELN se encuentran, o en Cuba pasando vacaciones frente al mar y tomando
mojito, o en Venezuela protegidos por el gobierno de Nicolás Maduro.
Igualmente, los que fueran los jefes de las FARC y que perpetraron aún peores
acciones que la mencionada en este artículo, hoy son Congresistas de la
República y disfrutan de un salario mensual de 30 millones de pesos.
Si este es el ejemplo que estamos dando, el mensaje que enviamos es el equivocado: el crimen sí paga. No podemos seguir permitiendo que grupos terroristas tengan facilidad para perpetrar atentados, mientras nuestras Fuerzas Armadas se encuentran atadas de manos para actuar. Y mucho menos, podemos seguir premiando a quienes han sumido en el dolor y la tristeza a los colombianos.