A mediados de esta semana, se presentó un bochornoso espectáculo de las FARC en la Comisión de la Verdad (CEV). Como se ha vuelto costumbre, al grupo terrorista se le abrieron los micrófonos en medio de un evento en donde, supuestamente, los victimarios pedirían perdón a las víctimas. Lamentablemente, las FARC nuevamente fueron protagonistas de lo que se podría determinar como un “desplante” a quienes sufrieron sus inclementes y atroces crímenes.
Así lo dejó claro Íngrid Betancourt, que entre líneas, dejó ver que las FARC habían tomado el escenario como un hecho político y no como un verdadero acto de reconciliación. Algo que era de esperarse, pues desde la firma del Acuerdo de La Habana, las FARC han accedido a beneficios que ningún otro colombiano tiene, a cambio de discursos políticos, porque de verdad, reparación, justicia y no repetición, las víctimas poco han recibido.
El espectáculo de las FARC con la CEV
Más aberrante fue, la negación de alias “Antonio Lozada”, cabecilla FARC, a quien las víctimas le reclamaron por su perdón en la Comisión de la Verdad. Sin embargo, el sujeto en cuestión afirmó que solo pediría perdón cuando en verdad lo sintiera. La actitud de uno de los cabecillas FARC, es la muestra de lo que son él y sus secuaces.
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Alias “Lozada” fue un comandante de las FARC que se encargó de dirigir la Red Urbana Antonio Nariño. Su objetivo era cercar a las principales ciudades. Una vez firmado el Acuerdo, Lozada nunca desmovilizó, ni delató las milicias urbanas que él comandó, bajo la dirección de alias “El Mono Jojoy”.
Esas milicias urbanas hicieron mucho daño en Colombia. Aún hoy, recordamos la dolorosa bomba al Club El Nogal, que dejó 36 personas fallecidas. Tampoco hemos podido olvidar la masacre en Usme, en 1991, en donde asesinaron 8 personas. Ni el asesinato en 1993 de 12 policías que custodiaban al entonces Gerente de la Empresa de Energía de Bogotá, Mauricio Cárdenas. Y mucho menos, se olvida el ataque con “rockets” a la estación de Policía de Kennedy, en 1995, que dejó como resultado, 5 policías muertos. Como estos, fueron cientos de atentados, que acabaron con la vida de policías, militares y civiles.
En ese orden de ideas, lo mínimo era que el cabecilla FARC, alias “Lozada”, pidiera un verdadero perdón a las víctimas. Y aunque ese sería el escenario ideal, ese perdón pareciera que nunca va llegar. Sin el perdón, ni la aceptación de la autoría intelectual ni material de nefastos crímenes, la justicia también ha quedado coja, pues con el pasar de los años, nos vemos enfrentados a criminales de lesa humanidad que, con mentiras e impunidad total, se acercan al poder en Colombia.
El grupo terrorista FARC, dejó miles de víctimas del conflicto armado en el país, acabaron con la vida de miles de familias y sus atentados terroristas hoy nos siguen doliendo a todos los colombianos. Desafortunadamente, hoy sus máximos cabecillas son congresistas, no han reparado a sus víctimas y se han pasado por la faja la justicia.
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