El centro de Bogotá es un lugar con muchos escapes para las personas. Desde ir al cerro de Monserrate, caminar por la séptima y luego tomar alguna bebida artesanal de nuestros Muiscas, hasta ver los edificios que aún conservan su hermosa arquitectura, pasear y ver talentos en cada esquina. Son un sin fin de planes que puede realizar si usted es bogotano o vive hace un tiempo en la capital.
Pero últimamente nos hemos olvidado de esos lugares hermosos que vemos cuando vamos al centro. Ya que hace unos meses empezó esta cuarentena, la cual bien o mal nos tiene muy guardados, encerrados, perdiéndonos de estos lugares. Algunas personas salen por trabajo y otros a perder el tiempo, pero hoy el centro de Bogotá tiene sus momentos más duros. Todos los días el centro tenía una densidad grande de personas, como extranjeros, personas trabajadoras, universitarios en busca chicha, familias recorriendo por enésima vez el mismo museo, y todo aquel que desea pasar un rato agradable. Hoy no es así y las personas del centro pasan grandes dificultades.
Doña Blanca, vendedora de maíz de paloma, me repetía en varias ocasiones que las autoridades distritales no les están ayudando, que ella no cuenta con alimentos, siendo obligada a comer panela y de vez en cuando arroz con huevo. Llorando me decía que su hijo sufría una discapacidad mental muy grave y no recibía ayuda. Debido a la crisis se cree que al menos 14.000 familias entrarán en la pobreza máxima.
El centro nos necesita a todos nosotros, por qué tal vez los únicos restaurantes que quedarán ahí serán Starbucks, McDonald’s y la cadena de mercados OXXO. Las fuentes de aguas hoy son una bañera para habitantes de calle y palomas, el Chorro de Quevedo parece una plaza de algún pueblo vasco, La Candelaria está cayendo en una quiebra, donde lo único que sobrevive es el almuerzo corriente que vale menos de 10.000. Igualmente, la Plaza de Bolívar está infestada de palomas, solo se oyen sus gemidos quejándose de hambre. Lamentable situación la que vive el centro de Bogotá
Toda esta cháchara, para recordar todo lo que el centro nos enseñó y tal vez pocas cosas puedan de ahí enseñarnos ahora. Después del Covid-19, más de 23 restaurante de la zona cayeron en desgracia, algunos museos no pueden seguir funcionando, hay hoteles que cerrado definitivamente, y los vendedores informales hoy sólo prueban una comida al día.
¡Bogotanos nos necesitamos!
Estudiante de opinión pública de la INPAHU, participó en la conferencia juvenil para las Naciones Unidas, presenta afinidad y un particular gusto por la escritura.