La violencia se ha agudizado en Colombia. Según cifras de Indepaz en lo corrido del año van 32 masacres, con 105 víctimas, una cifra que no solo es escandalosa, sino que además nos muestra la realidad de la “paz total”.
El presidente actual, Gustavo Petro, ha mostrado que sus intenciones van más allá de lograr lo que han denominado “paz total”, pues estas parecieran mas bien dirigirse al indulto e impunidad total de varios grupos al margen de la ley.
Los constantes ataques a la fuerza publica han vuelto a ser el pan de cada día como ocurría en los peores días de Colombia hacia los finales del siglo XX, cuando el entonces presidente Andres Pastrana intentaba negociar la paz en el Caguán con terroristas y narcotraficantes sin que esto tuviera resultado alguno.
¿Hacia la paz total o hacia la violencia total?
Es humillante y profundamente decepcionante que los colombianos deban presenciar como un Estado empieza a perder el control de la soberanía, el orden y la institucionalidad ante grupos al margen de la ley que no muestran voluntad de paz.
Igualmente, las acciones bélicas que se pretenden justificar en el marco de la consecución de una supuesta paz son cobardes y hieren profundamente la moral de la fuerza pública, además de dejar familias destrozadas por la pérdida de hombres y mujeres de valor que entregan su vida por la patria.
Los colombianos deberán exigir con todo el rigor a su Presidente el cumplimiento cabal de la constitución y el aseguramiento de la soberanía en los territorios que componen la nación y forman la república, deben evitar la propagación nuevamente de la violencia, que parece perseguir al pueblo colombiano de manera maldita.