Desde inicios de este año, el Ministerio de Defensa junto con la alcaldesa de Bogotá han venido insistiendo en la necesidad de prohibir la tenencia y porte de armas traumáticas, según ellos, porque con el uso de estas armas que inicialmente tuvieron un carácter deportivo y de defensa personal, se incrementaron los hurtos en todo lo que lleva el 2021. Y es que no es para menos, las armas traumáticas tienen más similitudes que diferencias con las armas de fuego tradicionales, suenan y se ven igual, y su mecanismo de limpieza y desmonte es similar, por no decir que idéntico. Con presupuestos que oscilan entre los seiscientos cincuenta y novecientos mil pesos, cualquier persona, dentro de los que me incluyo yo, podemos adquirir una pistola traumática que por lo general viene acompañada de dos proveedores, manifiesto de importación, una caja con 100 balas y un carné no oficial que lo identifica como propietario de un arma de estas. Sin embargo, vale la pena preguntarse si ¿Es necesario prohibir el porte de armas traumáticas?, mi concepto es un rotundo no, y estas son mis razones para defender esta opinión.
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- Es realmente ingenuo considerar que un decreto que prohíba el porte y la tenencia de un arma traumática pueda reducir los índices delincuenciales por los que atraviesa esta y otras ciudades en Colombia. De ser así, el gobierno nacional estaría demorado en expedir un acto administrativo que prohíba el porte de armas blancas (aunque ya se encuentra en la ley 1801 de 2016, y en el 2020 se cometieron 31.217 delitos con armas blancas. De estos, el 66 % correspondió a hurto a personas, un total de 20.907 casos.) y ladrillos en el país (recordando los lamentables sucesos en los que un ciudadano fue brutalmente apedreado con una roca por la espalda para hurtarlo).
- La prohibición del porte y tenencia de armas de fuego tradicionales ha demostrado ser un verdadero fracaso, con penas que oscilan entre los 9 y 12 años de cárcel, los delincuentes en un acto de valentía o de nula importancia siguen utilizando armas de fuego reales para cometer actos criminales, en un informe de la veeduría distrital denominado “¿Que está pasando con las armas de fuego en Bogotá D.C?” se concluyó que “la participación de las armas de fuego en los homicidios se ha mantenido por encima del 50% en los últimos cinco años” registrando de 560 homicidios en 2018 a 612 homicidios en 2020, periodo en el que han estado vigentes los decretos 2362 del 24 de diciembre de 2018 y 2409 del 30 de diciembre de 2019 que prohíben el porte de armas de fuego en el país.
- Partiendo de la buena fe, quienes comercializan este tipo de armas traumáticas no lo hacen con la intención de venderlas a delincuentes, en su mayoría, quienes se dedican al comercio de armas traumáticas, de gas comprimido, o de aire comprimido se dedican a una actividad legal que genera ingresos y empleos en el ramo terciario de la economía nacional.
Con ello, se tiene que las estrategias que rodea la seguridad de los colombianos, debe hacerse mediante una planificación estratégica entre la ponderación del despliegue de Fuerza Pública (la cual elimine los incentivos en las calles para los delincuentes), el fortalecimiento de las capacidades de la Fiscalía General de la Nación, el Sistema Penitenciario y la Rama Judicial, y la reactivación progresiva de la Economía Nacional para limitar la excusa de que el que roba lo hace por necesidad.
Por eso, no estoy de acuerdo con la prohibición del porte de armas traumáticas.
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