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PROSTITUCIÓN DE DERECHOS.

Desde inicios de la humanidad han existido la supervivencia y las guerras (bélicas, ideológicas, religiosas entre otras), en la primera usted y yo somos protagonistas de la misma, un claro ejemplo es salir de nuestros hogares y tomar todas las medidas de seguridad. La segunda, en su matiz bélico infortunadamente persiste, el cual tiene como objetivo la consecución del poder de un territorio pisoteando la democracia y voluntad de los ciudadanos. Permitiendo un “dominio” sobre sus habitantes, economía y demás factores importantes en el desarrollo del mismo.

Ahora bien, no es un secreto que dichas guerras (bélicas) se han trasladado a las zonas urbanas como estrategia para llegar al poder y desestabilizar gobiernos, reforzando dicha estrategia con guerras ideológicas de marcación política. Tomando como primera bandera en su accionar la proclama de Derechos Humanos (DD. HH), con la contradicción que en su práctica, de manera directa, violentan los derechos de terceros sin importar las consecuencias. Ante estos hechos, las autoridades deben hacer cumplir el orden Constitucional instituido con las herramientas y capacidades establecidas, claro está, sin romper el límite delgado que existe entre sus funciones y la extralimitación de las mismas.

Una proclama basada en tesis individualistas disfrazadas con arengas como “pueblo oprimido, se cansó el pueblo y demás” operando de manera violenta generando el terrorismo urbano. Terrorismo a falta de argumentos fundamentados en “derechos sociales” “derechos políticos” “derechos humanos” y cuanto más les sea posible “reclamar” como si fuera la opción de prostituir los derechos de esquina en esquina. Dejando de lado los deberes como personas y ciudadanos.

Terrorismo urbano como génesis de la manipulación e incitación vandálica a falta de información basada en esquirlas de la historia o hechos presentes, siendo de provecho por los grupos al margen de la ley y/o personas que distinguidos como “lideres” emplean la herramienta de la tecnología y en especial redes sociales para tal fin. Tomando como segunda bandera el derecho que es protegido por medio de nuestra constitución política en su artículo 37 que nos ilustra “Toda parte del pueblo puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente. Sólo la ley podrá establecer de manera expresa los casos en los cuales se podrá limitar el ejercicio de este derecho” que, de igual manera, Colombia como Nación respetuosa y participativa protege por medio del bloque de constitucionalidad.  

“Tomando como primera bandera en su accionar la proclama de Derechos Humanos

(DD. HH), con la contradicción que en su práctica, de manera directa, violentan  los derechos de terceros sin importar las consecuencias”

Pública y en la mayoría de los casos no pacíficamente, prostituyen el derecho a reunirse y manifestarse por inconformidades que se presentan en nuestra nación, desconcierto que a nivel mundial las naciones reflejan en mayor o menor grado. Sin embargo, no es plausible que se continúe con la prostitución de derechos y proclama de DD. HH; ejemplo de ello es el mal uso de distintivos, chalecos y demás indumentarias resaltando la palabra “Derechos Humanos” siendo un “escudo” para proteger y legitimar el obrar delictivo de personas y/o grupos que no cumplen con el deber de reunirse y manifestarse pública y pacíficamente. Exponiendo a la opinión pública el obrar de las autoridades competentes en el cumplimiento Constitucional de limitar dicho derecho conforme a la ley, garantizando los derechos de los no participes y protección de bienes públicos y privados. La pregunta es… ¿se puede exigir derechos y respeto, sin cumplir deberes e irrespetando?

No es un secreto que todos los habitantes (nacionales o extranjeros) de un territorio se afectan y/o benefician por las políticas públicas o normativa que se implemente en el mismo. Aun así, debemos ser consecuentes en la manera de reclamar y expresar la inconformidad, es decir, si se convoca una reunión ser partícipes de la misma de manera pacífica. O, si al momento de elevar nuestras voces y puños en contra de la corrupción, nuestro obrar en lo posible debería ser muy opuesto a dicha desazón. De lo contrario, se estarían prostituyendo derechos y nos prostituiríamos a favor de los grupos, personas al margen de la ley y/o de “líderes sociales o políticos”  que por medio de su estrategia quieren alcanzar un objetivo.

Más que prostituir derechos, debemos respetarlos y ejércelos de la mejor manera. Dando cumplimiento a nuestros deberes, rechazando cualquier tipo de manifestación violenta sin argumento alguno. Tomando y accionando todas las herramientas existentes en nuestro orden social y Constitucional para la participación activa, que desgraciadamente no se ejercen dado que la pereza permea nuestra sociedad, dando paso a las llamadas  “vías de hecho” de manera delincuencial. Para terminar me permito ilustrar lo que la Real Academia Española (RAE) señala…  Prostituir: Deshonrar o degradar algo o a alguien abusando con bajeza de ellos para obtener un beneficio.