Todavía podemos salvar a Colombia es un nombre que pueda traer, para algunos colombianos, los recuerdos de la Asamblea Constituyente que se convocó en 1991. Sin embargo, para muchos jóvenes como yo puede que este nombre no les traiga ninguna recordación.
Todavía podemos salvar a Colombia fue un movimiento juvenil de estudiantes universitarios que nació tras la “Marcha del Silencio”, realizada el 25 de agosto de 1989 en la que participaron cerca de 25 mil jóvenes. Estos cansados de la violencia, exigían justicia y garantías por parte del Estado, que para la época, estaba sometido por el narcoterrorismo.
Gracias a este movimiento pudo gestarse la Séptima Papeleta con la ayuda de la ciudadanía y algunos precandidatos presidenciales de ese entonces. Pero, ¿qué era eso de la Séptima Papeleta?
El 11 de marzo de 1990 en Colombia ocurrieron las elecciones de Congresistas, Asambleístas, Diputados, Concejales, Alcaldes y para elegir al candidato del Partido Liberal. No obstante, se adicionó una séptima papeleta para votar por una Asamblea Constituyente, que dio paso al consenso y así crear la Constitución del 91.
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¿Todavía podemos salvar a Colombia en 2024?
Han pasado 33 años desde la Constitución del 91, pero la zozobra por la inseguridad y el narcotráfico que le ha hecho daño a Colombia persiste. Aunque lo obvio sería poner en práctica y fortalecer dicha Constitución, el presidente Petro tiene en sus planes realizar una nueva Asamblea Constituyente. Esto, mientras su gobierno se ha caracterizado por tener la ejecución más baja de los últimos tres gobiernos; el país está inundado de coca, lo que nos otorga el vergonzoso título de ser el territorio de donde sale el 60% de la cocaína del mundo; y la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas expuso que entre enero y mayo de 2024, el desplazamiento en Colombia aumentó en un 36% con respecto al mismo período en 2023.
Se debería estar trabajando para solucionar los problemas mencionados, pero por el contrario se grita en plaza pública valiéndose de palabras sofisticadas para confundir a la ciudadanía, a quien con audacia les denomina el pueblo para ganarse su afecto con discursos de división, de señalamientos a gobiernos pasados y promesas inconclusas, y de esta manera justificar una Constituyente.
No obstante, cambiar la constitución no es un proceso fácil y rápido, si se realiza en el marco de la ley, es decir, siguiendo algunos de estos tres caminos:
- Proyecto de Ley: Debe ser presentado y aprobado por el Congreso
- Convocar una Asamblea Constituyente: Un grupo redacta una nueva constitución, que debe ser aprobada por el Congreso y la ciudadanía debe votar para su aprobación.
- Realizar un referendo : Votación para que los ciudadanos aprueben o no ciertas propuestas que anteriormente deben ser aceptadas por el Congreso.
Ahora bien, convocar una Asamblea Constituyente en estos momentos en nada se asemeja a la de 1991, pues fue iniciativa de la ciudadanía agotada por la violencia y la deficiencia en el liderazgo del país. En esta ocasión, es incitada y secundada por políticos para ocultar sus faltas y construir un proyecto político distante de los valores democráticos.
Sé que a muchos jóvenes poco les interesa la política o algunos creen que el proyecto de cambio prometido por este gobierno es el camino para ser una sociedad equitativa y respetuosa de las libertades, pero no lo es. Esta conversación va más allá de la derecha, de la izquierda o del centro, va más allá de un “soy apolítico”. Hoy lo que está en juego es la estabilidad del país, de que el progreso alcanzado se destruya, de que los pobres ni siquiera tengan la oportunidad de salir de esta condición, y que Colombia vuelva a ser el Estado fallido que alguna vez fue.
Todos podemos salvar a Colombia, pero si desde la juventud dejamos de ser apáticos y otros dejan de creer en los pajaritos pintados en el aire de un mandatario, que hasta ahora ha demostrado que lo único que pinta es la tricolor de gris.
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Maria Alejandra Ramírez Jaraba. Con disciplina y amor se logran las metas. Internacionalista