Hace poco se conoció el caso de la golpiza que recibió la actriz Eileen Moreno por parte de su pareja Alejandro García. A partir de ello, las redes sociales se movieron de manera estrepitosa en favor de esta mujer, rechazando la violencia que sufrió. En menos de unas horas el también actor, Alejandro García, publicó en sus redes sociales vídeos mostrando cómo ella lo maltrataba verbal y psicológicamente, promoviendo el hashtag #NiUnoMás. Sobre el mismo asunto las personas en las redes comenzaron a mostrar su apoyo hacia él y justificaron sus actos.
Sin embargo, yo me pregunto ¿Es comparable casi perder el ojo por una retina desviada y un tabique fracturado con palabras soeces? ¿Es igual ser arrastrado por el pasillo del noveno piso del edificio a ser comparado con un gay?
No niego que probablemente el maltrato verbal y psicológico que recibió el actor Alejandro García deje secuelas en él. Pero nada se compara con las secuelas irreparables que dejará en una mujer el hecho de haber sido violentada por un hombre. Un hombre que se dio cuenta que además de lastimarla verbal y psicológicamente, también podía hacerlo físicamente.
Nadie aquí quiere justificar las acciones de Eileen Moreno, ella falló en el uso de sus palabras, en su manera de actuar, de expresarse. En fin, ella falló de todas las maneras en que se puede errar peleando en una relación. Sin embargo, ella no arrastró a Alejandro García por el edificio desde un noveno piso. Ella no le dejó un morado en la cara. Ella no le hizo casi perder el ojo. Ella no le quebró el tabique. Ella no trató de encubrir el delito con el portero del edificio.
Unas palabras soeces no le quitan peso a lo que pasa diariamente respecto a la violencia contra la mujer. Como todos saben, esto no es algo nuevo, la violencia a la mujer no es solo un golpe que se vuelve viral por redes con la mano en la cara. La violencia a la mujer es el acoso, la diferencia salarial, la sumisión, el establecimiento de tareas de la casa, única y exclusivamente a la mujer. La violencia es el sometimiento constante a tener que vestir de cierta manera porque en caso de usar una minifalda y ser violada en un restaurante será culpa de ella “por dar papaya”.
La violencia es el tener que quedarse callada si un viejo verde la mira o la toca de manera impropia en un Transmilenio. La violencia es el tener que vestirse como él quiere, porque si se pone un escote ya se ve como prostituta; es tratarla de loca si no está de acuerdo con ella. La violencia es el hecho de ser definida como “buena” si tiene un cuerpo lindo. La violencia es ser culpada por usar palabras inapropiadas en una pelea y quitarle relevancia a la golpiza que recibió.
Hay quienes dicen que esto no tiene nada que ver con la violencia hacia la mujer, sino con “relaciones tóxicas” y en definitiva les doy la razón respecto a lo de la relación. Pero, por favor, no me digan que el tipo le habría levantado la mano a un hombre igual de grande a él. No me digan que esto no tiene nada que ver con la diferencia de sexo, porque esto tiene que ver con el respeto lógico que cualquier mujer merece por el simple hecho de ser humano.
La presente columna no tiene que ver con feminismo. Tiene que ver con un trato igualitario y digno hacia la mujer. Tiene que ver, con entender que la mujer es una persona a la cual no se le tira un puño. De eso se trata todo. Me impresiona tener que aclarar esto en pleno siglo XXI.
La mujer no tiene que aparecer muerta o con un moretón en la cara para que nos demos cuenta de que esto es un conflicto silencioso que genera tantas muertes como cualquier otro conflicto armado. Me podrán decir exagerada al hacer esta comparación, pero las cifras no mienten. Según medicina legal, solo en Colombia se reportan a diario 136 casos de violencia en pareja. Es decir 28.859 casos en lo que lleva del año, de los cuales 24.830 han sido contra mujeres (El Tiempo, 2018). Pero las cifras en América Latina son más alarmantes:
Y los porcentajes en el mundo son aún peores. Según estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) la violencia contra la mujer en casos de pareja es la principal causa de muerte en mujeres de entre 15 y 44 años. Además, se pronostica que en el mundo 7 de cada 10 mujeres sufre o sufrirá algún tipo de violencia en algún momento de su vida (CNN, 2016).
Finalmente, a pesar de todas las pruebas posibles, habrá quienes digan que al cuento de Eileen Moreno cuento le falta un pedazo. Y sí, definitivamente ninguno de nosotros sabemos la verdad completa del caso. Pero lo que a mí me preocupa más que su caso particular, es todo lo que pasa después de un hecho así.
Muchos hablan por redes, todos opinan, dejan su posición y olvidamos el tema un mes después. Así es como vuelven los crímenes insonoros, las muertes que no salen por televisión, los golpes silenciosos a las novias y esposas, la “rozada” pervertida en el bus. Solo me queda por decirles a las personas que creen que esto es “exagerado”, que aunque ustedes no lo vivan, no significa que no pasa, no implica que no sea grave, lo que quiere decir es que lo ignoran.
Estudiante de décimo semestre de política y relaciones internacionales en la Universidad Sergio Arboleda, con énfasis en instituciones políticas. Ex directora de juventudes para el Movimiento ” Ante Todo Colombia” en la misma Universidad.
Me enorgullece ser la madre de una joven tan brillante como madura. Eres ya una voz crítica en un país y un continente tan machista. Soy seré tu fans número uno. Adelante mi bendecida. Sé que Dios te tiene grandes propósitos por cumplir.