Hace 36 años, el M-19 perpetuó una masacre al interior de uno de los edificios emblemas de la institucionalidad colombiana: El Palacio de Justicia. Por las armas, se tomó el palacio de justicia de Colombia, en pleno corazón de la capital de la república. Todas las pruebas apuntan a que la financiación la consiguieron de Pablo Escobar. El resultado, 94 personas muertas.
La toma del Palacio de Justicia
El 6 de noviembre de 1985, en horas de la mañana, el M-19 se tomó el Palacio de Justicia. Fueron 350 las personas que estuvieron secuestradas por horas, al interior del palacio de justicia. Entre dichas personas estaban, consejeros de estado, magistrados, empleados del palacio, entre otros. Personas que, desafortunadamente, estaban en el lugar equivocado.
Luego de intentar pactar una negociación entre el gobierno de Belisario Betancur y el M-19, los secuestrados fueron asesinados. A muchos padres, madres, hermanos, hijas, amigos, novios, les fue arrebatada la vida, a manos de este grupo terrorista.
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La forma en que se recuperó el palacio de justicia, fue por medio de las fuerzas armadas colombianas. ¿Qué más se podía hacer? Se habían tomado el edificio desde donde se impartía justicia en Colombia. Incluso, versiones aseguran que uno de sus objetivos era quemar los expedientes de Pablo Escobar, para que éste, pudiera evadir la extradición.
Un día completo, estuvieron los militares haciendo la retoma del Palacio de Justicia. Con tanques, helicópteros y con héroes, decididos a dejar su vida por Colombia, Las Fuerzas Armadas lograron recuperar el edificio. Desafortunadamente, fue tarde para salvar la vida de personas inocentes que se levantaron a trabajar, sin saber que ese día, se toparían con la muerte.
Hoy 35 años después, el escritor de la presente columna se siente frustrado, desilusionado, de ver cómo sectores políticos de la coyuntura política nacional, hacen ver a las Fuerzas Armadas como victimarios. Dejando a un lado a los verdaderos perpetradores a este atroz crimen: el M-19.
Imposible olvidar cómo en una clase de la Universidad de los Andes, hace unos años, nos hacían recordar el Palacio de Justicia, desde el juzgamiento al Ejército de Colombia. Para ese entonces, el alcalde de Bogotá, era Gustavo Petro, quien fue militante del M-19. Sin embargo, de él y de su grupo armado ilegal, nada se dijo en esta clase.
Hoy, los invitamos a reflexionar sobre este asunto. No es justo que las miradas apunten al Ejército Nacional, a la Policía Nacional. Tampoco es justo que, hoy un miembro del M-19, haya estado tan cerca de llegar a la presidencia del país. Como colombianos, condenamos a todos los militantes del M-19 por aquella masacre. Y ratificamos mi orgullo por nuestras Fuerzas Armadas, es por ellas, que hoy seguimos siendo un estado democrático. ¡Perdonar, pero no olvidar!
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