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¿Formar o “deformar”?

Es interesante como se vienen acrecentando las ganas y sobre todo el interés de capacitarse por parte de los colombianos, en especial en los últimos años en comparación a sexenio anterior, es decir las nuevas promociones tituladas entre los años 2014 y 2019. Lo anterior quiere decir que existe un enfoque personal en formarse y aportar conocimiento de manera positiva a la sociedad, por ende al país. Ello repercutiría, de una manera sincronizada, un crecimiento a nivel social, intelectual, desarrollo económico, científico y hasta político, puesto que nos encontraríamos inmersos en una moderna sociedad de economía colaborativa.

El enfoque relacionado líneas arriba inicia desde el momento que la persona desea escoger una profesión u oficio, no es un secreto, existen ciertas dificultades para acceder a una facultad que “nos guste” o que “esté de moda” pero es importante, y no de manera mediocre o a manera de resignación, recordar que estas dificultades no solo existen en Colombia, pues en muchos países y hasta en países denominados como “desarrollados” también se presentan. Ahora bien, sobre el enfoque mencionado, se debe tener en cuenta si es solo porque “nos gusta alguna facultad”  o “está de moda”  por lo que se desea ingresar, versus nuestra verdadera vocación y capacidades que como ser humano tenemos, y con las cuales desarrollaremos con mejor calidad de vida.

En días pasados, la Vicepresidente Marta Lucía Ramírez, hizo un comentario respecto a que en Colombia existen demasiadas personas con titulación de sociólogas y psicólogas, comentario que en mi entender no lo hizo de manera despectiva puesto que no es un secreto, ya que como ocurre con otras profesiones como comunicación social, diseño gráfico, arquitectura y abogados; la sobre oferta de supera las plazas laborales. Sin embargo, es allí donde de una u otra forma nos damos cuenta que existen esas ganas e interés en capacitarnos, pero ¿se está realizando de manera enfocada, con vocación y de calidad? O simplemente corresponde a una presión social y/o familiar por el que dirán o por la moda?, entre muchos otros interrogantes.

Ya una vez definido el ingreso a las facultades tanto públicas o privadas, es donde considero que se inicia la “formación o deformación” de estudiantes, que como usted y yo hemos podido observar en los últimos meses, se ha acrecentado también esas ganas e interés de bien salir adelante y ser un elemento transformador positivo para el avance social o para desestabilizar un país. El sistema educativo y su calidad, se ve afectado seriamente por las interrupciones constantes de los periodos académicos de los que verdaderamente quieren capacitarse y aportar a un sociedad, ya que algunos pocos se han convirtiéndo en verdaderos títeres de políticos y pseudo organizaciones sociales que en nada contribuyen y cuyos líderes disfrutan de las mieles del capitalismo y sobre todo ostentan con publicaciones alejadas de toda humildad en sus redes sociales y mundo de la farándula, que infortunadamente usted, los medios de comunicación y yo, nos encargamos de difundir  para que de manera indirecta estos “titiriteros” incrementen su foco de atención en la opinión pública y ganen más inocentes y manipulables adeptos.

Ahora bien, las facultades y demás claustros académicos se están convirtiendo en “escuelitas de formación de vándalos y promotores del terrorismo urbano” con “Especialización en Derechos Humanos” solamente proclamando derechos y haciendo caso omiso a sus deberes. El discurso se ha basado en decir que “reivindican derechos” y buscan una “aceptación social”, cuando en verdad lo que buscan es generar un rechazo a las verdaderas autoridades que constitucionalmente existen para el sostenimiento del orden público, protección de la vida y bienes públicos y privados, como por ejemplo cumpliendo  su deber y bajo la consigna de DIOS Y PATRIA, hombres y mujeres del grupo del Escuadrón Móvil Anti Disturbios – ESMAD de la Policía Nacional se enfrentan ante estas “escuelitas de la delincuencia”.

Históricamente, las autoridades que al momento de tomar decisiones y adelantar procedimientos para preservar la seguridad, se encuentran con algunos tipos de barreras, entre ellas la denominada “autonomía universitaria” que ha sido un limitante para tomar las medidas necesarias para mitigar el mencionado crecimiento criminal a través de las conformación de las “escuelitas de formación de vándalos y terrorismo urbano”. Es de anotar que una intervención por parte de las autoridades en las instalaciones universitarias no afecta el calendario académico, no irrespeta las facultades y no afecta la seguridad misma de los estudiantes, todo lo contrario, se fortalece la verdadera academia y se respeta a las personas que de verdad anhelan capacitarse en estos recintos del pensamiento, tal cual se evidencio en la ciudad de Medellín hace unos días.

La invitación es hacer un buen uso de la verdadera autonomía universitaria. Si en dado caso a las autoridades llámese alcaldías, cuerpo administrativo y demás no se atreven a tomar medidas que colaboren con las autoridades judiciales y policivas  para no seguir idealizando diferentes formas de criminalidad, que utilizando los derechos fundamentales se fortalecen y siguen abriendo sedes de “escuelitas de formación de vándalos y terrorismo urbano”, no se sorprendan que tomen la bandera de la “autonomía universitaria” para continuar con el adoctrinamiento de desobediencia y adoctrinamiento pro terrorista, entrenamiento y elaboración de explosivos o planes que atenten contra la democracia y un orden social. Los directivos del centro académico, consejo universitario, representantes estudiantiles, estudiantes, padres de familia y todo aquel que tenga conocimiento del uso de facultades para adoctrinamiento, están llamados a denunciar con inmediatez para fortalecer esa relación de armonía y respeto con las autoridades, cuya función constitucional está destinada a la defensa de una República y sus habitantes.