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¡Hay que gobernar con la gente!

Una de las grandes responsabilidades que tienen los servidores públicos o aquellos que se postulan a un cargo de elección popular, es gobernar de la mejor manera y tener en cuenta las necesidades de la ciudadanía, esa es precisamente el arte de servir. Por esa razón, es importante que los ediles, concejales, alcaldes, diputados y gobernadores que se posesionaron, el pasado 1 de enero, mantengan un canal de comunicación claro con la ciudadanía. ¡Ya no estamos para que nos visiten en campaña y luego los veamos únicamente por noticias!

Afortunadamente muchos de nuestros gobernantes han entendido que hay que administrar de la mano con la ciudadanía. Uno de ellos, es Nicolás García-gobernador de Cundinamarca- quien manifestó, durante su campaña, que trabajaría de manera disciplinada y constante en el territorio cundinamarqués y no solo a través de una oficina. El gobernador ha cumplido su promesa, pues continúa recorriendo los 116 municipios del departamento para que sea la ciudadanía quien construya el plan de gobierno de los próximos cuatro años.

La ruta del progreso, como se ha denominado a la construcción del plan de desarrollo, está compuesta por mesas de trabajo en la que participan representantes a la Cámara, diputados, alcaldes, concejales, y la ciudadanía quienes expresan las problemáticas, inquietudes y necesidades de los municipios. A la fecha se han realizado 15 mesas de trabajo, pero si alguna persona no ha podido participar, la página de la gobernación habilitó un espacio en donde los cundinamarqueses pueden contribuir con sus ideas a la ruta del progreso.  

Esperamos que iniciativas-como esta-que mantienen el diálogo con la ciudadanía y tienen en cuenta sus propuestas, se puedan replicar en todo el territorio nacional. Asimismo, hacemos un llamado a que esas opiniones sean incluidas en los planes de desarrollo o proyectos para que exista una real articulación entre el gobierno y la ciudadanía, ya que muchas veces el discutir, pero no incluir algunas de las ideas de la población desincentiva la participación ciudadana en los espacios de conversación y concertación.