Los gases empiezan a llegar. Los jóvenes a correr y la manifestación a deslegitimarse. Inician a gritar, los jóvenes a defenderse, la policía hace lo mismo.
El pasado jueves estuve en la movilización de miles de jóvenes que exigen un aumento en la financiación de la educación pública. Así mismo, exigen la abolición de la ley de financiamiento. A continuación les cuento como me fue en la manifestación.
Llegue a la mítica Universidad Nacional (UN) a las 9 am. Al ingresar siento un ambiente casual, gente caminando de edifico a edificio, pelados parchando en el pasto riendo y hablando. Nada parecido a un paro nacional.
Me encontré a unos estudiantes “vieja escuela”, estaban hablando del objetivo de la marcha y de cómo ésta tenía que reinventarse. Decían que, no era posible que las manifestaciones terminaran gritando a una pared, rayándolas, para que al final no sucediera nada. Eso había pasado en el 2006, 2011 y ahora, en esta, iba a suceder lo mismo, finalizaron.
Estando en la plaza del Che, se despliega una bandera, sobre la imagen de Jaime Garzón y el Che Guevara. Tres encapuchados en la cima del edificio, luego de izar la bandera empiezan a gritar: “Viva el paro nacional”. El puñado de estudiantes que estaban presentes, responden al unísono lo mismo. Éstas, son las primeras señales que la UN se encuentra en paro estudiantil.
Mientras se empiezan a escuchar los tambores y los gritos de protestas, un grupo de estudiantes se toma un tiempo para analizar desde una visión académica lo que está pasando. Lo impresionante de este momento, es que a pesar de los inconvenientes siempre hay espacio para la educación.
Con lápices, los estudiantes de la universidad se reúnen para empezar a desplazarse hacia el norte de la ciudad. Los responsables de la seguridad y Derechos Humanos, dan las últimas instrucciones antes de dar inicio oficial a la marcha. A las 11:30 am, los estudiantes de la Universidad Nacional dan inicio a la marcha. El tráfico empieza a detenerse, la voz de los manifestantes a escucharse y la multitud a tomarse las calles.
Las primeras personas categorizadas como “capuchos”, empiezan a hacer presencia en la manifestación 2 horas después. Pero los estudiantes los enfrentan, retiran y expulsan de la movilización. En general, se puede observar el buen ánimo de los estudiantes y asistentes, por realizar una movilización pacífica.
La organización de los promotores es buena. No obstante, hay pequeños inconvenientes provocados por la misma naturaleza de tener casi diez mil personas marchando por las calles, es decir, el tráfico de la ciudad una mierda. La presencia de un actor principal en estos acontecimientos no podía faltar, a las 2 de la tarde el ESMAD llega. Nada de violencia, nada de agresiones, solo personas iguales a las que están marchando, hijos, padres, esposos, abuelos algunos.
Al llegar a Héroes, se empiezan a observar rostros cansados de haber caminado por 3 horas, desde que empezó la movilización. Es aquí donde comerciantes, vendedores informales y artesanos empiezan a sacar provecho de la marcha. Unos, vendiendo cigarrillos, minutos, chicles. Otros, sacándole provecho a sus microondas para calentar las cocas de los estudiantes. Así mismo, el señor que vende pizzas debajo del puente de la estación de Transmi, feliz vendiendo cuantas pizzas pudiera.
Es imposible no notar la presencia de una señora de alrededor 50 años. Ella, con su cacerola, vestida con los colores de Colombia, grita y apoya las exigencias de los estudiantes. Al llegar al puente de la autopista norte con diagonal 92, la presencia masiva de estudiantes es impresionante.
Me encontraba encima del puente de Transmilenio que conecta la autopista norte con la NQS, cuando de pronto escucho, a lo lejos, los primeros enfrentamientos entre fuerza pública y manifestantes. Diez minutos después, los cantos seguían, la marcha continuaba y una caravana de policías recorría la autopista, costado sur – norte.
Mientras bajaba el puente, empecé a ver a los “capuchos”. Jóvenes rebeldes, desadaptados, que en los ojos solo quieren darse en la mula con los policías. Cargaban piedras, palos y una que otra botella de Poker desocupada y lista, para ser usada como instrumento de guerra.
Tal cual lo pensé, tal cual pasó. ¿La víctima? Un bus de la policía nacional que se dirigía al norte de la ciudad por el carril de Transmilenio. Justo en este momento, para mí, empieza el caos. Los gases empiezan a llegar. Los jóvenes a correr y la manifestación a deslegitimarse. Inician los gritos, los manifestantes a defenderse, la policía hace lo mismo.
Empecé a correr, el miedo de quedar atrapado en los enfrentamientos entre capuchos y ESMAD se apoderó de mí. Mientras pensaba que mi vida podía acabar con una piedra mal lanzada o que los gases afectarán mi respiración, vi a un hombre lanzando piedras a los policías. Policías que, defendían las personas que se encontraban dentro del Tostado de la 100 con auto norte.
En ese instante empecé a gritar “no lo haga, no lo haga, su violencia deslegitima la marcha”. El personaje arrojo la piedra al suelo y se fue corriendo con la multitud.
Fueron 20 minutos de pura adrenalina. Mientras huía del mierdero, me sentí en un videojuego: sirenas, policías, piedras, gritos de auxilio, un helicóptero sobre nosotros. Además, gente rayando las paredes de los bancos, edificios y estaciones de TM. Después de correr como loco para salvar mi vida, me he subido al puente vehicular de la 100, para tener una mejor panorámica de lo que ocurría.
¿Qué fue lo que vi? Policías enviando gases lacrimógenos a cualquier parte, con tal de desviar la movilización hacia la calle 100. Mientras que los encapuchados se enfrentaban a ésta con piedras y botellas.
Fueron momentos de angustia, miedo e incertidumbre, de no saber hasta dónde iban a llegar estos actos de violencia. Con el pasar de los minutos, los enfrentamientos disminuyeron, las piedras dejaron de volar y los gases de explotar. La movilización volvió a su estado natural, pero con la tensión de que posiblemente se iban a presentar más enfrentamientos.
Devolviéndome por la 100 al occidente, se podía observar cómo este espacio de la ciudad había dejado de ser una arteria de movilización en Bogotá, para convertirse en un territorio de guerra. Piedras en el suelo, pintura en las calles, casquillos de gases lacrimógenos y paredes rayadas. Este, era el escenario que se percibía en el sector.
Esa fue mi experiencia en la marcha estudiantil del jueves 15 de noviembre. Una movilización que, desde mi punto de vista como espectador, logró reunir a miles de jóvenes. Todos ellos, inconformes con la situación de la educación en el país y queriendo imponer un precedente en la historia de Colombia.
No entraré en discusión sobre el pliego de peticiones de los estudiantes, ni las negociaciones que tienen con el gobierno. Lo que deseo, es ilustrar al lector sobre lo que es estar en una protesta social. Claramente, existieron hechos de violencia por unos cuantos desadaptados, que solo buscan ver arder el mundo. Rayar estaciones de Transmi, dañar los buses del SITP e introducir el terror en la vida de los ciudadanos.
Pero si me quedo con esta versión de la marcha, es cegarme frente a lo que viví. Es negar la buena intención que tienen la mayoría de los manifestantes, por realizar una movilización en paz y sin violencia.
Ahora bien, quiero concluir abriendo el debate sobre dos temas. El primero, enmarcado en el ser de la movilización social estudiantil ¿tiene que reinventarse la protesta? Como me comentó el estudiante en la “playita” ¿Será que con cantar, movilizarse y alzar la voz, llegarán las verdaderas trasformaciones que el estudiantado colombiano desea para el futuro de Colombia? ¿O existen alternativas para que los estudiantes logren ese cambio?
La segunda cuestión es, ¿qué hacer con las personas que solo van a lanzar piedra y a darse en la mula con la policía?, ¿Será que la comunidad estudiantil tiene la obligación de combatirlos –entiéndase “combatir”, sin hechos violentos- y ser más altruistas en el momento en que ven a una persona dispuesta a tirar una piedra en contra de las autoridades, estaciones o buses?
Espero sus comentarios, reflexiones y retroalimentación.
Excelente, comentario. Me gusta que resalta. Y hace enfacis y claridad sobre las personas desadaptadas que se infiltran en las marchas pacificas( o quiza pagas por un grupo politico de izquierda) .
Lastima que eso suceda, los reclamos estudiantiles son justos, mas deben de tener en cuenta que todo el ejuste exteuctural y financiero no lo puede hacer solo el presente gobierno. Es una consequencia desde gobiernos anteriotes como Santos que tuvo otras prioridades menos importantes que el sector de la salud.
German vargas 20/11/2018
Uyyyyy compadre te fajaste. Excelente narrativa de la experiencia que viviste, descripción amena, a pesar de la crisis envuelta, felicitaciones y un abrazote 👍
Germán Eduardo Vargas 20/11/2018
Gracias Germán, siguiendo los pasos de un gran ejemplo como lo eres tú.
Excelente, comentario. Me gusta que resalta. Y hace enfacis y claridad sobre las personas desadaptadas que se infiltran en las marchas pacificas( o quiza pagas por un grupo politico de izquierda) .
Lastima que eso suceda, los reclamos estudiantiles son justos, mas deben de tener en cuenta que todo el ejuste exteuctural y financiero no lo puede hacer solo el presente gobierno. Es una consequencia desde gobiernos anteriotes como Santos que tuvo otras prioridades menos importantes que el sector de la salud.
Uyyyyy compadre te fajaste. Excelente narrativa de la experiencia que viviste, descripción amena, a pesar de la crisis envuelta, felicitaciones y un abrazote 👍
Gracias Germán, siguiendo los pasos de un gran ejemplo como lo eres tú.